
Cuando el ajo se almacena adecuadamente puede conservarse en condiciones óptimas hasta un tiempo de seis meses. Conseguir esto es fantástico, ya que significa que puedes disponer de ajo durante medio año si no lo usas con frecuencia.
Tanto si lo cultivas en tu propio jardín como si lo compras en el supermercado te interesarán estos consejos. Al almacenarlo correctamente no tendrás que tirar ajo estropeado, y además así ahorrarás al no tener que seguir comprando nuevos dientes de ajo.
Tipos de ajo
Al igual que las cebollas y los puerros, el ajo es un miembro de la familia de las verduras Allium, y tiende a ser clasificado como uno de cuatro tipos:
Ajo de cuello duro
Este tiene un tallo central amaderado y duro y tiene entre 4 y 12 dientes. Es la variedad que más cuesta almecenar.
Ajo de cuello blando
Tiene un tallo central más blando que lo hace fácil de trenzar cuando se cuelga para curar. El cuello blando es a menudo la variedad que se vende en los supermercados.
Ajo criollo
Con un tono púrpura/rosado en todo el bulbo, por lo general sólo está disponible en tiendas especializadas o mercados, a menos que los cultives en tu propio jardín.
Ajo negro
Se trata de un ajo que se ha sometido a un proceso de envejecimiento por fermentación para cambiar su color a negro. Tiene un sabor característico caramelizado y ha perdido su picor de ajo.
Un bulbo o cabeza de ajo contendrá entre cuatro y 30 dientes, dependiendo de su variedad, aunque la mayoría de los bulbos de ajo comprados en tienda contienen entre 10 y 15 dientes.
Cuando el ajo es asado, su sabor se suaviza, endulza y se vuelve mucho menos intenso, lo que significa que se puede cocinar y consumir mucho más. Sin embargo, el asado destruye la alicina, que es uno de los compuestos beneficiosos del ajo.
Nutrición del ajo
El ajo es muy nutritivo, una porción de 30 gramos contiene 42 calorías, 8,5 gramos de carbohidratos y 1,7 gramos de proteínas.
También contiene el 23% de nuestra cantidad diaria recomendada de manganeso, el 17 % de vitamina B6 y el 15 % de vitamina C.
Almacenamiento seguro del ajo
El ajo puede contener esporas de Clostridium botulinum. Esta bacteria y sus esporas son comunes en la tierra y son inofensivas cuando están en el suelo y en presencia de oxígeno.
Sin embargo, cuando estas esporas se colocan en un ambiente a 10 ºC o más y en condiciones de poco oxígeno (como durante el enlatado) existe el riesgo de que las esporas germinen y produzcan una toxina que causa una peligrosa intoxicación alimentaria conocida como botulismo.
Esta es la razón por la cual el almacenamiento del ajo en aceite o enlatado debe evitarse, en cambio, el almacenamiento del ajo a temperatura ambiente o en el congelador son siempre las opciones más seguras.
Lo que debes tener en cuenta al guardar el ajo
Necesitarás cumplir con estos 3 puntos para que tus ajos se conserven de la mejor manera posible:
- Cabezas enteras de ajo/bulbos: mantener un bulbo entero en lugar de separarlo en dientes de ajo mantiene el ajo por más tiempo. Una vez que el bulbo se rompe en gajos, su vida útil se reduce a no más de 10 días.
- Contenedor de almacenamiento: una bolsa de malla, una cesta o incluso una bolsa de papel es ideal.
- Entorno de almacenamiento adecuado: En algún lugar como una despensa o armario que esté entre 15 y 18 ºC, oscuro y con humedad moderada.
Aunque puede ser tentador meter el ajo en el refrigerador, guardarlo en la nevera en realidad lo ayudará a germinar. Si deseas o necesitas guardarlo en el refrigerador, evita colocarlo en plástico.
En lugar de eso, colócalo en el cajón de la verdura para reducir la humedad. Sin embargo, una vez lo metas en la nevera deberás guardarlo ahí hasta que esté listo para su uso para evitar que germine.
El almacenamiento en el refrigerador también debe evitarse ya que las esporas de Clostridium botulinum pueden crecer a temperaturas más bajas (si el ajo está en aceite que contiene ácido cítrico, por lo general puede guardarse en el refrigerador).
Si optas por asar primero el ajo fresco, éste puede permanecer en la nevera durante unas dos semanas o incluso congelarlo durante tres meses. Puedes utilizarlo en tus comidas, en el pan o para hacer humus.
El ajo también se puede congelar si se pica y luego se envuelve bien. Eso sí, debes contar con que si haces esto su olor acabará extendiéndose por todo el congelador.
También puedes secar los dientes de ajo pelados en el horno durante aproximadamente dos horas a 60 ºC.
Lo que no es recomendable es optar por el almacenamiento en aceite o en latas, ya que puede aumentar el riesgo de botulismo.
Instrucciones para almacenar el ajo paso a paso
Si el ajo lo cultivas en tu propio jardín tendrás que revisar primero con precaución por si hay algún signo de plaga o enfermedad.
Una vez hecho esto, sigue los siguientes pasos:
1. Revisar el ajo
Tanto si lo cultivas en casa o lo has comprado en una tienda siempre debes revisar algunos aspectos antes de almacenar el ajo. Si el bulbo está brotando, blando o dañado, entonces no se almacenará bien y es mejor usarlo poco después de comprarla. El ajo germinado sigue siendo comestible, pero su sabor puede ser más amargo.
El mejor ajo para almacenar debe ser fresco y notarse firme con la piel blanca y seca, y no puede haber sido almacenado en el refrigerador de la tienda o del supermercado.
2. Colocar todo el bulbo en un contenedor
Una bolsa de papel abierta, una cesta o bolsa de malla es la mejor manera de almacenar el ajo, ya que esto permitirá que el aire circule. La falta de circulación puede significar que el ajo comienza a pudrirse.
3. Colocar en la despensa
La despensa o el armario es generalmente el lugar más adecuado para almacenar el ajo. Si lo almacenas en algún lugar en el que entre la luz o en un ambiente húmedo fomentarás el crecimiento de moho.
La temperatura debe ser de 15 a 18 ºC en el lugar donde lo almacenes. Si lo guardas en un lugar donde la temperatura fluctúa, después de la bajada y el aumento de temperatura, el ajo a menudo comenzará a brotar. Por eso es mejor evitar comprar el ajo si ha estado en el refrigerador de la tienda.
El almacenamiento también debe realizarse en un lugar que tenga una humedad moderada. Si el aire está demasiado seco, el ajo se marchitará rápidamente.
Consejo: Es más difícil almacenar el ajo adecuadamente durante el invierno, ya que el aire interior se vuelve muy seco y hace que el ajo se marchite. En lugar de tirarlo, utiliza los dientes arrugados para un caldo vegetal, con pieles y todo.
Ahora ya puedes desentenderte de tus ajos. Si todo se mantiene correctamente podrá durar hasta seis meses; tiempo más que suficiente para consumir todos los ajos que hayas comprado.
Curiosidades del origen del ajo
Se cree que el ajo se desarrolló a partir de una cepa silvestre de ajo asiático que evolucionó con el tiempo hasta adquirir la forma de bulbo que tiene hoy en día. Se trata de uno de los cultivos más antiguos del mundo y todavía no se sabe con certeza de dónde procede exactamente el ajo, aunque las pruebas sugieren que es originario del sur de Asia, Asia central o el suroeste de Siberia.
A medida que la gente viajaba y se establecía en otros países, el ajo comenzó a extenderse por todo el mundo, y los colonos españoles, portugueses y franceses finalmente introdujeron el ajo en los Estados Unidos (uno de los principales países consumidores de ajo).
Hay mención del ajo en muchos escritos antiguos, así como en la Biblia, el Corán y el Talmud y el ajo era adorado como un dios por los antiguos egipcios.
Los bulbos de ajo de arcilla se colocaban en las tumbas de los miembros de la familia fallecidos y algunos de estos bulbos de arcilla y ajo se encontraron en la tumba de Tutankamón.
El ajo se usaba como moneda local y se daba a los esclavos y a los trabajadores como pago y como alimento cuando trabajaban en las pirámides. Aparentemente, uno de los dos paros laborales registrados por los esclavos durante esta época fue causado cuando las cosechas de ajo fallaron debido a las inundaciones del Nilo.
Sin embargo, no todos los egipcios comían ajo; las clases altas pensaban que eso alteraría su constitución e incluso los sacerdotes que adoraban el ajo evitaban cocinarlo o comerlo.
El ajo fue evitado por las clases altas de otras culturas y países, y fue sólo en la década de 1940 que el ajo pasó de ser considerado un ingrediente de la cocina étnica a ser parte de la cocina cotidiana.
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